Un desarrollo organizado requiere que el niño curse, a su propio ritmo, todas las etapas de manera natural, paso por paso. Sin forzarlo o presionarlo para que logre o aprenda algo.
Si algo no ha adquirido es porque aún no tiene establecidos algunos “pasos necesarios”. ¡No lo forcemos! puede resultar muy inconveniente para su desarrollo: aún no está preparado.
Son muchos los niños que nacen en fechas “programadas” por un médico más que en partos naturales; “caminan” antes de gatear; se ponen de pie (en andaderas, por ejemplo) sin tener fuerza en las piernas; son sentados en sillitas antes de tener habilidad para sostener su cuerpo; se van a la escuela sin estar emocionalmente preparados para separarse de mamá; tienen que leer cuando aún no tienen habilidades visuales adecuadas; les pedimos estar quietos cuando su cuerpo aún no tiene la posibilidad; son promovidos de grado escolar simplemente por su edad cronológica y la lista de “invasiones” en el desarrollo puede continuar enorme.
Son muchos los niños con distintas “etiquetas” (déficit de atención, hiperactividad, autismo, asperger, agresivo, intolerante, impaciente, desafiante, etc) así como los niños medicados, sin atender o considerar las distintas características y condiciones en su desarrollo.
Muchas condiciones que pueden aparecer durante la infancia no son determinantes o permanentes si se atienden oportunamente.
En vez de buscar un nombre o etiqueta a la dificultad, por qué no indagamos un poco más su historia, las condiciones, el entorno de su desarrollo y tratamos de sensibilizarnos para comprender cómo funciona su cuerpo, el cerebro, el aprendizaje; cuáles son sus necesidades y atenderlas…
En vez de insistir para que haga lo mismo que todos sus compañeros o contemporáneos, por qué no buscamos qué es lo que le hace falta para lograr caminar, leer, tomar el lápiz adecuadamente, pronunciar bien un sonido, mantenerse atento, quieto, relacionarse adecuadamente, en fin…
No importa el tiempo que le lleve o los apoyos que requiera para conseguirlo. Para el/ella puede ser muy importante la paciencia, el acompañamiento, los apoyos que le ofrezcamos durante el tiempo que lo necesite.
Aprendamos a atender adecuada e integralmente las necesidades de cada niño, no las nuestras o las que demanda el entorno.
ADI – Aprendizaje y Desarrollo Integral